lunes, 14 de mayo de 2012

APARTADO "ESTADO DEL ARTE" COMPLEMENTACIÓN OBRA “LOS SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO” DE EDGAR MORIN EN BASE A “PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO” DE PAULO FREIRE.

“Pedagogía del Oprimido” (1970) obra de Paulo Freire, presenta lo que no es sencillamente una nueva pedagogía, sino un plan para la liberación auténtica del hombre, sea opresor u oprimido. En esta obra Paulo Freire critica el sistema tradicional de la educación, lo que él llama “la educación bancaria”  y presenta una nueva pedagogía donde los educadores y los educandos trabajan juntos para desarrollar una visión crítica del mundo en que viven, aspecto completamente ligado al constructivismo actual que sienta su eje de atención en los estudiantes como forjadores de su aprendizaje, el cual nos hace referencia a la obra “Los siete saberes” de Morin
En su primer capítulo, Freire sustenta una pedagogía en la que el individuo aprenda a cultivarse a través  de situaciones de la vida cotidiana que él vive, misma que aporta experiencias  útiles para generar situaciones de aprendizaje no se trata de una pedagogía para el oprimido, por el contrario, de él; el sujeto debe construir su realidad a través de las circunstancias que generan el devenir cotidiano. Los textos que el individuo construye le permiten reflexionar y analizar el mundo en que vive, pero no para adaptarse a él, sino para reformarlo. Como nos menciona Morin que la primera tarea de la educación del futuro es enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento, considerando nuestras experiencias como enriquecedoras del aprendizaje.
El método de aprendizaje de Paulo Freire no es simplemente de reproducir las palabras ya existentes, sino  que éstas se crean y  le permiten hacer conciencia de la realidad para luchar por su emancipación, puesto que algunos adquieren una conciencia ingenua en la que se dan cuenta de su situación, sin embargo no se esfuerzan por modificarla, se sitúan en una actitud conformista  al considerarla como algo normal, incluso suelen adherirse a ella.  Otros individuos construyen su realidad y se liberan de la opresión pero extrañamente se convierten en el polo contra el que luchaban.
Freire señala las faltas en el sistema tradicional de educación y cómo sirve a los opresores. En él, las relaciones entre el educador y los educandos son de naturaleza “fundamentalmente, narrativa, discursiva” y “disertadora”, “El educador aparece como su agente indiscutible, como su sujeto real, cuya tarea indeclinable es ‘llenar’ a los educandos con los contenidos de su narración”. Clasificando este sistema como una concepción “bancaria” de la educación, Freire señala que “cuando más vaya llenando los recipientes con sus ‘depósitos’, tanto mejor educador será. Cuanto más se dejen ‘llenar’ dócilmente, tanto mejor educandos serán”. Los estudiantes en tal sistema pedagógico son tan pasivos que “el único margen de acción que se ofrece” a ellos “es el de recibir los depósitos, guardarlos y archivarlos”. Como el dueño exclusivo de la información que será “depositada”, el educador siempre va a ser “él que sabe, en tanto los educandos serán siempre los que no saben”.
Freire opina que la educación debe superar esta dinámica, para que los educadores y los educandos se compartan el rol del otro. El sistema bancario no llegó a ser por casualidad: en entrenar a los educandos a ser agentes dóciles que pasivamente reciben la información dictada por un superior, está preparándolos para una vida bajo el control de sus opresores. La educación bancaria “sólo puede interesar a los opresores que estarán tanto más tranquilos cuanto más adecuados sean los hombres al mundo. Y tanto más preocupados cuanto más cuestionen los hombres el mundo”. Para los dominadores, “el problema radica en que pensar auténticamente es peligroso”, y, por ende, “uno de sus objetivos fundamentales, aunque no sea éste advertido por muchos de los que la llevan a cabo, sea dificultar al máximo el pensamiento auténtico”.
La educación liberadora en el individuo tiene que ser un acto cognitivo en el que se comprenda y analice el contenido, superando la división existente entre el maestro y el estudiante; dejar de lado la relación unidireccional para que la bidireccionalidad contribuya a la educación integral de ambos, puesto que los dos tienen elementos que aportar para la enseñanza, de lo contrario si se pierde el sentido axiológico  mutuo, sólo se convierte en un acto memorístico específico.  El papel del educador reside en la problematización del mundo próximo al oprimido, crear las condiciones apropiadas para que se produzca el Aprendizaje.
La liberación no puede resultar de una educación bancaria según Freire. “La liberación auténtica es la humanización en el proceso” y “no es cosa que se deposita en los hombres”. Usar el sistema de la educación bancaria demuestra una falta de confianza en las habilidades del pueblo en no dejarlo tomar una función más activa.
En el método propuesto por Freire, el educador se transforma en educador-educando y los educandos en educando-educador. En esta nueva dinámica, los educandos son agentes activos en el proceso educativo y, al superar sus estados pasivos, ya no son herramientas que sirven a los opresores. “Éstos, en vez de ser dóciles receptores de los depósitos, se transforman ahora en investigadores críticos en diálogo con el educador, quien a su vez es también un investigador crítico”. Esta “educación problematizadora” exige la reflexión ausente en la educación bancaria, e “implica un acto permanente de descubrimiento de la realidad”. Freire nos dice como la educación bancaria sirve a la clase dominante y deja a los oprimidos en la oscuridad: “La ‘bancaria’ insiste en mantener ocultas ciertas razones que explican la manera como están siendo los hombres en el mundo y, para esto, mitifican la realidad”. Sin embargo, la pedagogía problematizadora de Freire “se empeña en la desmitificación”. Él añade que “la primera niega el diálogo en tanto que la segunda tiene en él la relación indispensable con el acto cognoscente, descubridor de la realidad”.
Freire plantea  el concepto de que la existencia humana significa una transformación del mundo. Participar en esta transformación no es un privilegio de una cierta clase, “sino derecho de todos los hombres”. Anteriormente indicó ya que no se trata de un trabajo que se pueda hacer de una manera individualista, pues se necesita el diálogo entre los hombres para poder “pronunciar” el mundo. Freire escribe de los requisitos necesarios para tener un diálogo verdadero, y, antes de todo, señala la importancia del amor: “No hay diálogo si no hay un profundo amor al mundo y a los hombres” nos dice, añadiendo que la revolución misma es un acto de amor y afecto. Morin en su primer capítulo nos habla acerca del afecto y nos plantea que el desarrollo de la inteligencia es inseparable de la Afectividad, la afectividad puede oscurecer el conocimiento pero también puede fortalecerlo.


Paulo Freire pretende que el individuo se forme, no formarlo, para  ello propone que las situaciones de aprendizaje emanen de las vivencias que constantemente enfrenta en su cotidianeidad, eludiendo las experiencias artificiales en las que suela caer la educación actual, por el contrario propone problematizar su vida para que se dé cuenta que requiere y puede alcanzar un status distinto.
Sin embargo, estas prácticas pueden enfrentar lo que él denomina "situaciones límite" que dificultan, pero que son producto de la resistencia de las clases opresoras  a perder el status que guardan, para lo cual se valen de diferentes instrumentos, incluso hasta ideológicos que le permitan mantenerlos y mantenerse, de ser posible oprimirlos más aún, puesto que es una "ley de la vida" que  no podemos evadir.

1 comentario:

  1. Consideramos también que la propuesta de Freire cultiva un espiritualismo liberador y que desea potenciar una educación basada en la afectividad. Y es esa "ley de la vida" la que debemos lograr cambiar y dejar de enseñar como en una fabrica. Cambiar nuestras preestablecidas ideologías y renovarnos como docentes y personas.

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